Ser recordada como una juez “justa” y un “buen ser humano”

(Palabras pronunciadas por María Carolina Rodríguez Ruiz ante la Sala Plena del Consejo de Estado el 28 de julio de 2015, en su condición de aspirante a ocupar el cargo de Magistrada en la Sección Segunda de esa Corporación).

Honorables Presidente y Vicepresidente del Consejo de Estado, doctores Rafael Vergara y Martha Teresa Briceño de Valencia.

Honorables Magistradas y Magistrados del Consejo de Estado. Apreciados colegas: Buenos días.

En primer lugar, permítanme expresarles mis agradecimientos por haber sido citada a esta Sala Plena. Haber llegado hasta aquí ya constituye un gran honor para mí.

En segundo lugar, aunque muchos de ustedes conocen mi hoja de vida, permítanme destacar algunos aspectos de la misma que tal vez no resultan ser muy evidentes y contarles quien soy yo:

Nací en el hogar conformado por una mujer muy inteligente y un importante jurista de este país que, además de docente, escritor e historiador, fue también Consejero de Estado, pero sobre todo un extraordinario ser humano, padres que físicamente ya no están a mi lado, pero que lograron dejarme un gran legado de enseñanzas, valores y principios.

Tengo dos hijos a los que adoro: Una niña de 16 años y un niño de 7 años, y comparto mi vida con un hombre maravilloso.

Egresé con honores de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia hace 30 años y soy Especialista en Derecho Administrativo de la Universidad Santo Tomás.

Mi experiencia profesional ha transcurrido fundamentalmente en estos frentes:

  • En la docencia universitaria por cerca de 12 años, especialmente en Derecho Administrativo;
  • en el ejercicio profesional como litigante y asesora, precisamente en derecho Administrativo y Constitucional durante 25 años; y
  • en el de Conjuez del TAC y el Consejo de Estado, actividad que he ejercido durante 14 años. Es decir, he desempeñado diversos roles en el Derecho, lo cual me ha permitido adquirir una gran experiencia y tener una formación muy integral como abogada. En efecto:

 

  • En la academia, me especialicé en impartir clases de Derecho a no abogados lo cual resultó ser un verdadero reto, por la necesidad de traducir los a veces, “complicados” términos jurídicos, en un lenguaje más simple y comprensible por parte de estudiantes de las más variadas profesiones. En la misma época, hice algunos “pinitos” como escritora y como conferencista internacional. Actualmente, mantengo contacto con la academia a través del Centro Colombiano de Derecho Procesal Constitucional, del cual soy miembro desde hace varios años, y desde el cual propendemos por desarrollar y difundir esa nueva disciplina jurídica.

 

  • Como litigante, he tenido una amplísima experiencia representando a cerca de 200 clientes, entre personas naturales y jurídicas de carácter privado, especial pero no exclusivamente, en asuntos laborales administrativos, que son de conocimiento de la Sección Segunda de los Tribunales Contencioso Administrativos del país y del Consejo de Estado. Así mismo, he representado judicialmente a varias entidades públicas demandadas, tales como la Esap, la Comisión Nacional de TV, la Alcaldía Mayor de Bogotá y, la más importante de todas, la Presidencia de la República, donde por un período de tres años representé tanto a esa entidad, como al propio Presidente de la República (fueron dos presidentes), en más de 600 procesos judiciales de toda índole, excepto de carácter penal, y en todo el país. En las acciones constitucionales, puedo contarles que obtuve un porcentaje de éxito del 98%.

 

  • Como asesora, he tenido oportunidad de expedir muchos conceptos jurídicos sobre diversos temas de Derecho Público, y de adelantar varios procesos de contratación estatal, como por ejemplo en la Secretaría de Educación de Bogotá y en el Ministerio de Educación, entidades en donde en medio de las audiencias públicas de adjudicación de los contratos, los proponentes que resultaron perdedores dejaron constancia en el acta de la pulcritud y transparencia con que se habían adelantado los respectivos procesos de contratación.

 

  • También como consultora, recientemente tuve una experiencia muy enriquecedora. Se trata del Ministerio del Trabajo, donde tuve a mi cargo la responsabilidad de preparar, para la firma del Sr. Ministro, los conceptos a los proyectos de ley que cursaban en el Congreso y relacionados con el sector trabajo. En esa actividad pude combinar satisfactoriamente, el Derecho Constitucional con el Laboral y también con los Derechos Humanos, concretamente los de las mujeres, toda vez que en ese Ministerio existe un grupo de Equidad de Género que se ocupa de estos temas.

 

  • Por último, de los frentes descritos, desde luego muy interesantes, existe otro que he ejercido con verdadera vocación y ha sido el más satisfactorio desde el punto de vista intelectual y personal, no obstante ser el más improductivo: El de Conjuez. Como les decía, lo fuí del TAC (Secciones 1ª y 2ª) por un total de 9 años, y del Consejo de Estado durante 5 años, en total 14 años, precisamente en la Sección Segunda a la cual aspiro a llegar para coronar mi carrera, condición en la cual he tenido un gran sentido de pertenencia y una intensa actividad, habiendo fallado cerca de 100 casos, con total rigor jurídico y honestidad.

Adicionalmente, soy árbitro de la Cámara de Comercio de Bogotá desde hace varios años y, en tal calidad, he administrado justicia en unos cuantos arbitramentos.

A propósito de esta noble actividad de administrar justicia, considero que es el valor y el servicio público más importantes en una sociedad, pues ésta, sin una  justicia pronta y eficaz, no es más que un conjunto de hombres primitivos que resuelven sus conflictos “a mano propia”, “ojo por ojo y diente por diente”, justicia eficaz que cobra una inusitada importancia en estos momentos trascendentales en que se está negociando el tan anhelado acuerdo de paz.

En suma, deseo llegar a la Magistratura para ejercerla con los siguientes criterios, que son mis valores y han estado presentes a lo largo de mi vida profesional y personal:

  • Rigor jurídico: Para proferir sentencias ajustadas a Derecho y a las pruebas practicadas dentro del proceso.
  • Honestidad: Para dictar providencias judiciales con total rectitud, sin permitir tráfico de influencias alguno, ni cometer o permitir actos de corrupción.
  • Sensibilidad social: Para comprender en su verdadera dimensión la situación de los ciudadanos de a pie y su necesidad de que se les restablezcan sus derechos conculcados por una Administración Pública, que viola frecuentemente sus derechos legales y constitucionales. Mucho se habla de las “millonarias” demandas y condenas que “desangran” al Estado, pero no de los abusos que a diario se cometen, sin los cuales no habría tantos litigios contra las entidades estatales. En eso consiste precisamente el objeto de la jurisdicción contencioso administrativa: en controlar la legalidad y constitucionalidad de los actos, los contratos y los hechos de la Administración, para proteger a los administrados y restablecer el orden jurídico.
  • Responsabilidad: Para asumir grandes cargas de trabajo, resolver los casos con el mayor apego al derecho, sobre todo en forma justa y en el menor tiempo posible.
  • Carácter: Para ser capaz de tomar decisiones muchas veces arriesgadas e impopulares, sin importar las críticas y las ofensas que se puedan originar contra el juez, en otras Ramas del Poder, en la opinión pública, ó en los medios de comunicación.
  • Prudencia: Para dar a conocer a los medios las providencias judiciales a su debido tiempo, pues pienso que tanto daño le hace a la justicia la corrupción, como volverla un espectáculo mediático.
  • Imparcialidad e independencia: Para no dejarse influenciar indebidamente por las partes, por las apariencias, o por las presiones políticas, o de los medios de comunicación y adoptar decisiones suficientemente ponderadas.
  • Claridad: Para hacer de las sentencias judiciales un discurso jurídico inteligible y comprensible para los ciudadanos de a pie, sin necesidad de que sean abogados.
  • Calidad humana: Para entender que, si bien, la Magistratura es la dignidad más grande a la que puede aspirar un abogado, no debe dar pie a un aire de superioridad frente a los demás quienes, por sencillos que sean, merecen todo el respeto y consideración.
  • Equilibrio: Entre la vida laboral, familiar y espiritual, aspectos trascendentales en la vida, cuyo adecuado balance es lo que en mi criterio se parece más a la felicidad.
  • Crecimiento personal: Para continuar superándome como ser humano, reforzando mis fortalezas y derrotando mis debilidades, para ser cada día una mejor persona, lo cual redundará necesariamente en beneficio propio, en el de las personas que me rodean y, por supuesto, de la justicia.

En suma, deseo ser Consejera de Estado para ejercer mi cargo con un criterio que contiene a todos los demás: La integridad.

Honorables Magistrados: Mi experiencia, mi trayectoria y mi solvencia moral están a su entera disposición y a la de todos los colombianos. Deseo sumarme a muchos de ustedes y de los jueces de este país que con su abnegado, honesto y diario trabajo, prestan el servicio público más importante, el de administrar justicia, y contribuyen a restablecer la imagen y el prestigio de la Rama Judicial, mancillados por recientes y lamentables episodios.

Si ustedes tuvieran a bien elegirme para ocupar la vacante del Dr. Vargas Rincón en la Sección Segunda de esta Corporación, me comprometo con ustedes, con mi bien más preciado que es mi familia, con el país y con los ciudadanos de a pie, a ejercer el cargo con total integridad, con verdaderas devoción y pasión hasta la fecha de mi retiro.

Todo ello habrá valido la pena si solo, al final de mis días, pudiera ser recordada como una juez “justa” y un “buen ser humano”.

Muchas gracias.